Recientemente he observado que a mi sobrina pequeña le
cuesta mucho estarse quieta, tiene 5 años y no para ni un segundo, todo el día
corriendo y saltando, jugando de arriba para abajo; que si Dra. Juguetes, Dora
la exploradora… en fin, una amalgama de historias que a veces me han hecho
pensar que estuviera rozando la hiperactividad y me haya hecho preguntarme
¿Será mi sobrina hiperactiva?
Pues es curioso porque cuenta su profesora que en clase es
un angelito, se junta con otra compañera y las dos parecen que no hayan roto un
plato en su vida. Y que cuando se pasan un poquito de la ralla la profe las mira con cara de enfado y
ellas rápidamente vuelven a sus tareas de clase. Y es aquí la cuestión porque ésta
es la situación que me tranquiliza y os diré por qué:
Llamamos Trastorno por déficit de atención e hiperactividad
(TDAH) a aquel que cursa con una dificultad de prestar atención,
hiperreactividad y comportamiento impulsivo en niños; incluso falta de empatía
hacia los compañeros y resto de personas de su entorno más propio de otros
trastornos generalizados del desarrollo como el Autismo o Asperger. Esto puede producir problemas de integración
en clase y alejarlos de las actividades sociales con el resto de sus
compañeros. Esta enfermedad suele
detectarse antes de los 7 años de edad.
Un reciente estudio de origen japonés ha determinado que los
niños afectados por TDAH tienen un déficit en la capacidad de reconocer las
expresiones faciales de las personas y tienen notablemente mermada la habilidad
de reconocer la expresión facial de enfado.
Mediante el análisis de cambios en el flujo sanguíneo
cerebral con técnicas de espectroscopia por infrarrojos en el cerebro de los
niños, se mostraron imágenes de expresiones faciales felices y enfadadas a 13
niños con TDAH y a otros 13 con desarrollo normal y los compararon. El resultado
fue que los niños con desarrollo normal mostraron una respuesta hemodinámica
notable tanto frente a la expresión feliz como a la de enfado en el hemisferio
derecho del cerebro. En cambio, los niños con TDAH mostraron una respuesta
hemodinámica notable solo ante la expresión feliz, no observándose ninguna
actividad específica para la expresión de enfado. Esta diferencia en la base
neurológica para el reconocimiento de la expresión facial podría ser
responsable, al menos en parte, de los problemas de adaptación social de estos
niños y de las dificultades que tienen en el establecimiento de relaciones con
otros compañeros.
Respecto al tratamiento podemos utilizar:
La psicoterapia cognitivo-conductual con ayuda de los padres y con la
escuela.
Asociamos tratamiento farmacológico consistente en Metilfenidato o Concerta
a dosis de 5mg 1 ó 2 veces al día siendo la última toma antes delas 16,00
horas. Podemos incrementar la dosis en función de la respuesta del niño en 5 o
10mg semanalmente hasta alcanzar una dosis máxima de 60mg/día. Para prescribir
o administrar este tratamiento necesitamos seguir un control del chico,
exploración del mismo, presión arterial, pulso, peso y talla. Debemos tener en
cuenta que el metilfenidato está contraindicado en casos de enfermedad
cardiovascular, glaucoma, hipertensión arterial e hipertiroidismo.
Cabe destacar que un porcentaje de chicos que padecen TDAH siguen
presentando problemas de atención e hiperactividad en la edad adulta, trastorno
antisocial de la personalidad y consumo de sustancias. Cuanto más precoz sea el
diagnóstico y tratamiento mayor probabilidad hay de lograr remisión.